En la humana convivencia
de las ricas sociedades
campean las vanidades
junto con la indiferencia.
De mortales hay presencia
que presencia tienen mucha,
pero ni uno al otro escucha
menos le palmea el hombro
y no es motivo de asombro
ver que nadie desembucha.
No responden, no interrogan,
con la frialdad se avienen
y supongo que si tienen
las emociones prorrogan.
Entonces ¿con quién dialogan
si hay indiferencia tanta?,
bellas damas, no me espanta,
caballeros, no me aterro,
¡de día le hablan al perro
y por la noche a la planta!
© 2009 Luis Bárcena Giménez
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