El pobre con su quincena
vuelve a casa por la senda
hace un alto y en la tienda
un kilo de arroz ordena.
Ahí del fraile la voz truena
pidiendo el diezmo frailengo
y el pobre que de abolengo
conoce, le da y no chista
porque tiene ante la vista
al cardenal camarlengo.
© 2009 Luis Bárcena Giménez
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