Yo vi una mano enguantada
y después la vi sin guante
y sin guante la arrogante
¡francamente estaba en nada!
De una mujer perfumada
era la mano en mención
y el perfume en la ocasión
no era esencia que se esfume
¡en un tris! porque al perfume
aromaba la traición.
Y en la traición dio la talla
porque adulterio en clase alta
pese a que también es falta
¡dista del de la canalla!
Mas para ocultar su falla
la mano al guante volvió,
fue la mano que besó
el adinerado esposo
después de que presuroso
el amante la dejó.
© 2009 Luis Bárcena Giménez
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