que con ninguno te casas;
si te guardas para un rey,
de tus besos de mujer
les cuesta reconocer
que solo fueron ficticias.
Entres besos y caricias
les trasmites tus microbios,
los resultados son obvios:
ellos por ti están muriendo
y tú sigues escogiendo
niña de los muchos novios.
De aquellos que se enamoran
de tu espléndida belleza
perdida ya la cabeza
son sus ojos los que lloran.
Con los hombres que te adoran
lo cierto es que te propasas,
con tu pasión los abrasas
y ellos te creen con fe
y al poco tiempo se ve
que con ninguno te casas.
A uno por uno lo emboscas
en la jungla del deseo
y a punto ya del jaleo
los espantas cuales moscas.
Novios que tú no conozcas
escasean en la grey,
tal vez creas que es de ley
ir con un noble al altar
y yo me pongo a pensar
si te guardas para un rey.
Este juego no te agobia
y hasta lo ves inocente
pero existe el pretendiente
que cambió su amor por fobia.
En vez de traje de novia
vas a estrenar la mortaja,
¡baja de las nubes, baja
a degustar los mameyes!
que si se trata de reyes
cuatro tiene la baraja.
© 2007 Luis Bárcena Giménez
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