Si el hombre cede terreno
en su postura como hombre
la mujer le cambia el nombre
y lo llama cacaseno.
Y desde ahí ya no hay freno
que refrene a la mandona
que enseguida lo arrincona
o lo hace caer del catre
mas logra que la idolatre
y le ponga una corona.
El sonso hace los encargos
de la “jefa” del hogar
y aguanta sin rechistar
sus vituperios amargos.
Padres de los “sacos largos”
atiendan esta receta:
“el hombre que se sujeta
por darle gusto a su dama
merece que en una rama
lo cuelguen y le echen veta”.
* cuarta redondilla: copla de Juan Leiva (Zaña)
© 2009 Luis Bárcena Giménez
Un poema gracioso, pero, ni tanto, ni tan poco.
ResponderEliminarSaludos.
http://tamaravillanueva.blogspot.com/
Gracias por tu comentario Tamara, pero aquí se trata de resolver de manera coherente el "pie forzado" que son los cuatro últimos versos.
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