LA MUJER Y EL GINECÓLOGO
Le dice a la mujer grávida,
el doctor, de forma cínica,
que debe pagar la clínica
si por parir está ávida.
Esta que además de pávida
es muy propensa al monólogo,
piensa que urge del psicólogo
porque se siente minúscula
ante la cuenta mayúscula
que le muestra el ginecólogo.
Este doctor que la ética
ha dejado por el sótano
le dice que use abrótano
si le falla la aritmética.
Ella con la boca hermética
da la espalda al «ilustrísimo»,
se marcha, y él serenísimo
piensa que el caso quirúrgico
ya es un asunto litúrgico
que resolverá el Altísimo.
Luis Bárcena Giménez
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