A lo lejos mi pregón
es tan libre como el viento
en él digo lo que siento
cuando aspiro tu fragancia
y brotan en abundancia
versos con gran sentimiento.
A lo lejos mi cantar
se impone en esta Babel
porque su acorde es la miel
que tú rezumes virtuosa
por esa tu piel sedosa
que no conoce oropel.
Mi canto nació en el campo
fue su cuna la pradera
donde cada primavera
se aromaba con las flores
y donde los ruiseñores
arrullaron su quimera.
Allí el sol lo fue dorando
en el caluroso estío
allí gotas de rocío
refrescaron su vehemencia
allí tu grata presencia
fue su romántico avío.
Fue la luna su madrina
que en el inclemente día
le regaló fantasía
para que yo sin jactancia
te dedique con prestancia
una tierna poesía.
Las estrellas le obsequiaron
la claridad de su esencia
le dieron toda la ciencia
que hay en el predio rústico
para que con tono acústico
te confiara su querencia.
Allí siempre en cada lluvia
sin que nada lo moleste
bebió ese llanto celeste
que las nubes le traían
y las musas le dirían
que en inspiración se apreste.
Por eso no tengo miedo
en brindarte un recital
pues mi canto es ideal
y en éste te voy diciendo
que te seguiré queriendo
terminado el festival.
Si oyes lejos mi pregón
es el eco de ese trino
que en el día mortecino
lo lanzó mi voz potente
para que sepa la gente
que tú eres mi amor divino.
Aún con todo yo quisiera
tener el árbol del bien
para cosechar los cien
versos de sabiduría
y con amor te daría
en un poema el edén.
© 2001 Luis Bárcena Giménez
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