El jefe de la oficina
quiere “por tener correa”
que la secretaria sea
más puta que una gallina.
Y la pobre Josefina
que del pájaro se asusta
entre dientes se disgusta
y le cambian los colores
porque haciendo sus labores
todo el día está que ajusta.
El jefe es un desgraciado
(lo tengo entre ceja y ceja)
pues de acosarla no deja
con el pipilín parado.
Josefina me ha contado
ya que soy su confidente
que por ese afán vehemente
que el jefe le manifiesta
que se ducha, que se acuesta,
pero que sigue caliente.
* El nombre es ficticio
© 2009 Luis Bárcena Giménez
© 2009 Luis Bárcena Giménez
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