POR POCO METO LA PATA
En cuanto la vi, perdí
la palabra y el aliento
y quise en ese momento
que ella fuera para mí.
Con sigilo la seguí
y divisé su morada
doy gracias a Dios que
nada
de amor le comuniqué
porque luego comprobé
¡que era una mujer
casada!
Luis Bárcena Giménez
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