Es tu risa fresca y dulce como el agua cristalina es la límpida vitrina que exhibe tu nobleza y que espanta mi tristeza cuando el llanto se empecina.

Aunque pase una centuria

 


AUNQUE PASE UNA CENTURIA


De besos, caricias, mimos

a otro hombre lo llenaste

y para eso utilizaste

la cama donde dormimos.

Este es el peor de tus timos

por el que siento gran furia,

y aunque pase una centuria

no te podré perdonar,

pues nunca vas a cambiar

tu apego por la lujuria.


Luis Bárcena Giménez

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