Es tu risa fresca y dulce como el agua cristalina es la límpida vitrina que exhibe tu nobleza y que espanta mi tristeza cuando el llanto se empecina.

Seguimiento


SEGUIMIENTO

Las estrellas de la noche
no me señalan tu rumbo
porque voy de tumbo en tumbo
tras los faros de tu coche.
Te vi conducir anoche
con las luces apagadas
descendiste y tus pisadas
me llevaron al lugar
donde se suelen juntar
las ovejas descarriadas.

Luis Bárcena Giménez

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