El profesor Héctor Zea (con gafas oscuras pa’ que no sepan que está mirando)
Don Héctor Zea se desempeñaba como Auxiliar durante mi época de colegial y como tal ¡me auxilió!Aunque nunca descuidé mis estudios, como todo adolescente era inquieto, pero decidido sin necesidad de grupo. En quinto de secundaria, don Héctor, como conocedor de la vida y con la certeza de que “yo me las traía” me invitó para conversar a solas en un bar. Hablamos de todo y allí comprobé que él “ya estaba de vuelta” mientras que yo a grandes trancos recién iba. Interesándose por lo que gustaba hacer, llegamos a la poesía. Sacó un papel, me dio un lapicero y me dijo: “Improvísame algo”. Como estaba en lo mío, el pulso no me tembló y escribí unos versos acerca de la amistad, luego le entregué el papel, lo leyó, evaluó y guardó en su billetera.
Terminé la secundaria y fui para Lima. Pasaron varios años y no sé por qué motivo tuve que volver a Arequipa donde por casualidad nos encontramos en la calle, estábamos conversando, cuando mete la mano a su bolsillo, saca la billetera, de esta saca un papel y me dice: ¿Te acuerdas?, ¡era el mismo papel con la poesía que le improvisé cuando alumno! Termino, él era el único del Colegio Luna Pizarro que sabía por mi boca que yo escribía en verso.
DON HÉCTOR ZEA SABÍA
Don Héctor Zea sabía
ya desde el setenta y cuatro
que yo más que hacer teatro
gustaba hacer poesía.
Yo siempre recuerdo el día
que allá en la “Blanca Ciudad”
por su humana calidad
su invitación acepté
y en un bar le improvisé
acerca de la ¡amistad!
Luis Bárcena Giménez
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